Neonarración y teatro
En: Espacios de crítica y producción. -- Vol. 17 (jul.-ago., 1995). --
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1995
Contar es, para el universo ficcional de la literatura, narrar, referir un suceso; para la ficción de la matemática, en cambio, equivale a enumerar, hacer cuentas. Contar con alguien o algo es, también, para el ámbito de las relaciones humanas, confiar, creer. Cuando contamos enumeramos sucesos y personajes, ordenamos en el espacio y tiempo, podamos lo superfluo, lo que distraiga a nuestro oyente o lector. Nuestra historia va siempre dirigida a aquellos con los que contamos, en los que confiamos. Contar es crear mundos, vínculos, deseos, esperanzas; es creer en el otro.
Walter Benjamín sostiene que el ocaso de la narración oral comienza, en los albores de la Edad Moderna, con el surgimiento de la novela. Sin embargo, tal decadencia no llegó nunca a ser extinción definitiva. Una nueva forma de recuperación de la palabra como práctica artística y social aparece en los países desarrollados después de los sucesos del mayo francés del 68. Las diferencias fundamentales entre la narración popular tradicional y esta nueva tendencia, denominada neonarración, se basan en el paso de la memoria colectiva a la creación de autor, de la creencia o leyenda a la pura ficción y de la transmisión multiforme al espectáculo de recepción colectiva, concebido como puesta en escena.
La neonarración consiste en democratizar las prácticas artísticas en tanto borra las barreras materiales que separan al narrador de su público. Los neonarradores buscan transmitir mensajes accesibles a todos, que no exijan preparación previa, ya que involucran el imaginario y, tal vez, el inconsciente.
ISBN: 0326-7946